6 jul 2007

Cándido López



Pintor argentino nació en Buenos Aires el 29 de Agosto de 1840 y murió en Baradero, provincia de Buenos Aires, el 31 de Diciembre de 1902.
Cursó estudios artísticos en Buenos Aires con Carlos Descalzo y con los maestros italianos Baldasarre Verrazzi e Ignacio Manzoni, ambos destacados retratistas.
En 1858 compuso un Autorretrato de muy buena factura. En ese mismo año, con motivo de la inauguración del Asilo de Mendigos de Buenos Aires, donó a esa institución el óleo: La Caridad. Juzgando que ya había aprendido lo suficiente como para ganarse la vida con su arte, se alejó de Buenos Aires al interior del país, dedicándose al retrato.
En 1858 pintó un San Jerónimo en la iglesia de San Luis Gonzaga de Mercedes. En 1859 viajó a Mercedes, Chivilcoy, Bragado, Luján, Carmen de Areco y Baradero realizando numerosos daguerrotipos, arte que practicó con su maestro Carlos Descalzo, pintor y fotográfo.
Varias familias de Chivilcoy conservaban daguerrotipos hechos por Cándido López asociado con Juan M. Soulá un fotógrafo francés de Mercedes en Mayo de 1861.
En su Libro de Gastos y en su Diario de Viaje hay detalles de estas actividades. En noviembre de 1862 hizo el Retrato del general Mitre, de gran tamaño, en Mercedes.
La declaración de la guerra con el Paraguay lo sorprendió en 1865 en San Nicolás de los Arroyos y allí mismo se incorporó, con el grado de teniente segundo, al batallón de Guardias Nacionales que, bajo las órdenes del comandante Juan Carlos Boerr, integró el Primer Cuerpo de Ejército al mando del general Paunero.
Partió para la guerra. El patriota y el artista vibraron al unísono. Fiel a su vocación, llevó en sus bártulos lo necesario para tomar apuntes y realizar bocetos de las escenas bélicas en las que participó. Intervino en las principales acciones y entretanto documentó lo que veía. El retratista se transformó en paisajista; en sus pequeños bocetos encerró vastas perspectivas panorámicas que mostraron a las tropas argentinas, brasileñas y uruguayas en operaciones contra los paraguayos. El paso del río Corrientes; el embarque en Paso de los Libres; el campamento de Uruguayana; la escuadra en Paso de la Patria; las grandes acciones de Yatay, Estero Bellaco, Tuyutí, Boquerón y Curupaytí.
En el asalto de Curupaytí el 22 de septiembre de 1866, una granada le destrozó la mano derecha y el médico militar, doctor del Castillo, se vio obligado a amputarle el brazo. No se intimidó ante esta desgracia, reeducó su mano izquierda y a los pocos meses envió a ese médico un cuadro como prueba de que su invalidez no había frustrado su afición pictórica. A raíz de este episodio guerrero López es conocido como "el manco de Curupaytí".
Después de la guerra de dedicó a pintar escenas de la campaña. Vinculado con el artista italiano Ignacio Manzoni, copió de este algunas escenas de batallas, asimilando la soltura del dibujo del fecundo pintor itálico. Con Manzoni afinó asimismo su paleta, logrando mayor riqueza tonal. Su plan fue realizar alrededor de noventa óleos, consagrándose a esa tarea con la pasión de un misionero. Dedicó su vida a rememorar esa campaña, deseando dejar estampada en imágenes las distintas acciones de la misma para las generaciones futuras.
Hizo cincuenta y dos cuadros, de los cuales nueve están dedicados al asalto en Curupaytí. En 1885 expuso en Buenos Aires una serie de veintinueve cuadros, los que fueron adquiridos por el Congreso Nacional, hoy en el Museo Histórico Nacional.
Alternó esta labor con algunas naturalezas muertas que pintó para parientes y amigos. No alcanzó a componer las noventa obras proyectadas sobre la guerra del Paraguay y algunas de las últimas que pintó han quedado inconclusas. Documentar esa campaña fue su fundamental pasión y denota en sus trabajos calidades pictóricas innegables. Para una justa apreciación de sus cuadros es indispensable estudiar su pintura como arte ingenuo, espontáneo y natural, sin ataduras de escuela.
Fue auténtico "naïf", a mediados del siglo XIX, cuando la crítica no apreciaba aún el valor estético de dicho arte, que más tarde, ante el caso del "aduanero Rousseau" y otros, valorarían las escuelas de vanguardia como la expresión más auténtica de antiacademicismo. Este primitivo ocupa un lugar importante en la historia de la pintura argentina, con relieves muy particulares. Reflejó en sus cuadros el paisaje autóctono con gran veracidad, amplias visiones panorámicas del río y de la selva, lujo de detalles, ajustadas matizaciones tonales y claroscuros ricamente valorados. Se halla representado en los museos Nacional de Bellas Artes, Histórico Nacional y Colonial e Histórico de Luján.
Sus cuadros de la guerra del Paraguay poseen un gran valor artístico y documental. El paisaje se presenta en todo su esplendor en cada obra suya. Las escenas de campamento y la marcha del ejército con sus bandas musicales aparecen con todo detalle en forma minuciosa y prolija y con gran delicadeza.
En 1973 se publicó en Río de Janeiro un álbum de gran formato con el título: A Campanha do Paraguai. De Corrientes a Curupaiti. Vista pelo teniente Cándido López, con 48 láminas en colores.
En 1976 se publicó en Parma por Francesco María Ricci, Immagini della guerra del Paraguay, con 156 láminas en colores que reproducen cuadros de Cándido López.

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